Historia afroamericana

"La única manera de corregir un error es arrojar sobre él la luz de la verdad”. Estas palabras de la periodista y sufragista Ida B. Wells presiden una de las salas del museo y expresan su misión. El por qué lo recuerda Maya Angelou en la galería principal: “Con los obsequios que heredé de mis ancestros, yo soy el sueño y la esperanza del esclavo”. Y Bunch, el encargado de hacer realidad el sueño del museo, ha tardado más de una década en recopilar los trazos de una de las historias más dolorosas del país y conseguir situarlos después bajo un mismo techo.



Las esposas empleadas para retener a un esclavo.ver fotogalería
Las esposas empleadas para retener a un esclavo.  AFP

Cada detalle de la muestra, incluido el hecho de que el museo haya logrado su enclave a tres manzanas de la Casa Blanca, es un eco del poema “Yo también soy América”, de Langston Hughes: al National Mall le faltaba la casa de los afroamericanos. Hoy acoge desde los pedazos de cristales de las vidrieras de la iglesia de Birmingham (Alabama) donde murieron asesinadas por una bomba cuatro niñas afroamericanas en 1963, hasta el féretro de Emmett Till, el adolescente linchado en el Mississippi de los años 50, un vagón de tren específico para pasajeros negros, una casa de esclavos en una plantación de Carolina del Sur o las esposas empleadas para retener a un niño esclavizado.
“Recordar no es suficiente, debemos usar la historia para enfrentarnos a su pasado racista, la esclavitud, pero también los momentos de alegría, esperanza y resistencia que han definido a esta comunidad”, añadió Bunch. Sus palabras están enmarcadas en pasillos donde suena el discurso de victoria de Obama, galerías donde brillan las frases de referencias americanas como Maya Angelou, James Baldwin o Ida B. Wells y vitrinas para las medallas de oro de Carl Lewis o un guante del boxeador Muhammad Ali alrededor de un podio con la escultura del atleta John Carlos, puño en alto, en los Juegos Olímpicos de México 1986.



Nueve de las 10 medallas olímipicas de Carl Lewis.ver fotogalería
Nueve de las 10 medallas olímipicas de Carl Lewis.  AFP

El trayecto que harán las 10.000 personas que espera recibir el museo cada día es un recorrido desde las sombras hasta la luz. Nada más entrar, los ascensores descienden a los visitantes hasta el siglo XV, cuando decenas de barcos esperaban en puertos de África para cargar los esclavos que serían llevados hasta América. En galerías subterráneas, prácticamente a oscuras, la muestra narra el episodio más doloroso y desgarrador de la historia del país, que llegó a contar con cuatro millones de personas esclavizadas —el 20% de su población— cuatro siglos después.
Por el camino, en ascenso hasta el nivel del suelo, siguen la lucha por la libertad, la emancipación, la segregación y la lucha por los derechos civiles. Es la historia de cómo los afroamericanos definieron el verdadero significado de la libertad, según los creadores del museo, en una exposición que “desafía a los visitantes a que se replanteen la noción de libertad como algo que no fue concedido a los afroamericanos, con todos sus privilegios y responsabilidades, sino que tuvieron que ganársela”.



El vestido que estaba elaborando la activista Rosa Parks el día que fue detenida por negarse a ceder su asiento en un autobús.ver fotogalería
El vestido que estaba elaborando la activista Rosa Parks el día que fue detenida por negarse a ceder su asiento en un autobús.  AFP

La colección ha tardado más de una década en tomar forma, según Bunch, gracias a donantes que “si no podían entregar dinero, querían entregar su experiencia”, como ocurrió con el violín de Jesse Burke. El director del museo asegura que el gobierno federal cubrió la mitad de los 540 millones que ha costado y el resto llegó de donaciones privadas de figuras como Oprah Winfrey —entregó 13 millones de dólares y el teatro principal del museo lleva su nombre—, Samuel L. Jackson, Kobe Bryant o la fundación familiar de LeBron James. En total, respondieron a la llamada “más de 100.000 donantes que han dado desde un dólar hasta varios millones”, lo que supone un récord para la institución.
El museo, según sus creadores, careció de fondos durante décadas, hasta que en 2003 el Congreso aprobó la ley que le dio luz verde. Su visión siempre fue la misma: crear un espacio en el que recordar la historia de la comunidad afroamericana y contar “cómo esa experiencia ha cambiado la definición de ser americano”, en palabras de Bunch.
El director de la institución, que abrirá sus puertas en Washington rodeada de celebraciones en toda la ciudad, recalcaron su importancia en un momento “crucial” para la historia del país. “El racismo no es algo del pasado y este centro ayudará a entenderlo”, afirmó David Skorton, secretario de la Smithsonian Institution a la que pertenece el museo, quien defendió que sus pasillos serán un nuevo espacio de diálogo en una ciudad acostumbrada a la división. “Los museos pueden tocar y cambiar vidas, transformar a las personas que los visitan”.

Afroamericanos que lucharon en la guerra civil española




  • 85 afroamericanos viajaron a España para luchar junto al bando republicano en la guerra civil.
  • Los movían la defensa de los derechos civiles y la lucha contra el ascenso del fascismo.
  • Formaban parte de la Brigada Lincoln, compuesta por 2.800 norteamericanos.
  • Alfonso Domingo, codirector del documental Héroes invisibles: afroamericanos en la guerra de España explica la labor poco conocida de estos hombres que defendían unos derechos que se les negaban en su propio país.
​James Yates fue un afroamericano que en 1936 decidió embarcar rumbo a España para luchar con el bando republicano contra el fascismo. El documental Héroes invisibles: afroamericanos en la guerra de España relata la historia de la Brigada Lincoln, compuestas por 2.800 norteamericanos, entre ellos, 85 afroamericanos. Estos hombres protagonizaron un capítulo inédito de la historia entre España y Estados Unidos.
Como miles de ciudadanos del sur de Estados Unidos, James Yates, se dedicaba al cultivo del algodón en Misisipi. Debido a la pobreza y la falta de libertades decidió emigrar a Nueva York, donde fue consiguiendo trabajos precarios en fábricas y comercios. Llegó en un mal momento: se produjo el crackde 1929 por lo que tuvo que vivir los años de la Gran Depresión.
“En esa época la Italia de Mussolini invadió Etiopía, lo que supuso una ofensa muy grande para el colectivo afroamericano, ya que consideraban Etiopía como el único país negro independiente”, cuenta el codirector del documental Alfonso Domingo. Era una tierra remota para los norteamericanos y muchos no consiguieron obtener el visado para acudir a la guerra ítalo-etiópe, sin embargo, ya gestaron una fuerte consciencia contra el fascismo.
Para cuando la Internacional Comunista hizo la llamada de voluntarios para luchar con el bando republicano, muchos norteamericanos quisieron participar. En concreto, los afroamericanos estuvieron motivados por luchar por unos derechos que les eran negados en su propio país. En total, unos 50.000 voluntarios de 54 países acudieron a esa llamada. Y los afroamericanos no fueron los únicos: más de 1.200 cubanos y caribeños se posicionaron en el bando republicano, según afirma el escritor Alejo Carpentier.
Así se formó la Brigada Lincoln, que fue la primera unidad integrada de la historia militar de Estados Unidos. “Es más, la única unidad militar, que antes de la Segunda Guerra Mundial, fue mandada en un momento determinado por un afroamericano”, explica Domingo. Negros, blancos, latinos y judíos luchaban conjuntamente; no existía la segregación.
“En España fue la primera vez en mi vida que me sentí libre“, relataba Yates en sus memorias, De Misisipi a Madrid. En España podía comer en cualquier restaurante o hablar con los vecinos de los pueblos. Era un gran contraste frente a lo que encontró una vez de vuelta en Nueva York, donde le negaron la entrada a un hotel por ser negro. “Ahí me di cuenta de que estaba de vuelta en América”, relata.
Yates conducía camiones y en una ocasión le tocó transportar al famoso escritor Ernest Hemingway, con el que intercambió algunas palabras. Sin embargo, el escritor estadounidense no tuvo en cuenta su relato. Después de todo, para él era un negro que conducía un camión, cuentan en el documental.

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