miércoles, 15 de agosto de 2018

Afroamericanos Católicos


En febrero, en todo Estados Unidos, los estadounidenses celebran el Mes de la Historia Afroamericana. La celebración, en realidad, comenzó en 1926. Se eligió febrero, porque es el mes del nacimiento de dos de las figuras más importantes en la historia afroamericana: el presidente Abraham Lincoln (12 de febrero) y Frederick Douglass (14 de febrero).
La Arquidiócesis de Nueva Orleáns tiene una gran cantidad de historia de Afroamericanos para celebrar, que agrega una riqueza a la celebración secular del Mes de la Historia Afroamericana. En 1842, nuestra propia Henriette Delille, una mujer libre y de color, fundó las Hermanas de la Sagrada Familia, cuya misión era enseñar y catequizar a las personas esclavizadas en un momento anterior a la Guerra Civil, cuando era ilegal hacerlo. Las Hermanas de la Sagrada Familia, también se preocuparon por los ancianos, al abrir su casa como residencia.
La Madre Henriette fue declarada “Venerable” en 2010 por la Congregación para las Causas de los Santos del Vaticano, que desde 2005 se había estudiado minuciosamente sus breves escritos: “Creo en Dios, Espero en Dios, Amo a Dios, Quiero vivir y morir por Dios”. La congregación determinó que, efectivamente, había vivido una vida heroica de virtud cristiana. Ella luchó en una batalla silenciosa contra el racismo. No hubo protestas ni manifestaciones, solo un florecimiento de la caridad cristiana, con sus ojos siempre en la misión de llevar la luz de Cristo a aquellos que habían experimentado la oscuridad.
A partir del 29 de enero, el postulador de la causa de la Venerable Henriette en Roma está trabajando con la Diócesis de Little Rock, Arkansas, en una curación posiblemente atribuida a su intercesión. Si la información sigue adelante, y el Vaticano determina que la curación estaba fuera del ámbito de la ciencia médica, podría ser el milagro que la Venerable Henriette necesitaría para su beatificación. Seguimos orando por ese día, que verdaderamente sería un momento histórico en la historia Católica de Nueva Orleáns.
Incluso, después de que la Guerra Civil terminó con la esclavitud, a los negros del sur se les negó el acceso igualitario a la votación, el empleo y la educación.
En esta arquidiócesis, podemos celebrar la sabiduría espiritual y el cuidado pastoral del Arzobispo Joseph Rummel, quien en 1951 estableció la primera escuela secundaria de la arquidiócesis para varones afroamericanos – St. Augustine High School – que todavía existe, y está atendida por los Padres Josefitas. St. Aug es una parte importante de nuestra historia como archidiócesis.
Las Hermanas de la Sagrada Familia, ya habían establecido la Academia de Santa María (1867) para niñas afroamericanas, y St. Katharine Drexel había abierto la Escuela Preparatoria Xavier (1915) y la Universidad de Xavier (1925) como parte de la misión educativa de las Hermanas del Santísimo Sacramento. Usando la fortuna que heredó, St. Katharine, también financió la formación de numerosas parroquias Católicas para afroamericanos en Nueva Orleáns, y en todo el sur de Luisiana. ¡Qué historia tan rica y gran servicio para el pueblo de Dios!
Pero en la década de 1950, la educación pública y parroquial en Nueva Orleáns, todavía estaba segregada. El 15 de marzo de 1953, el Arzobispo Rummel emitió su carta pastoral, “Benditos sean los pacificadores”, que ordenó la desegregación de todas las actividades y organizaciones de la parroquia Católica. Él suspendió todos los servicios Católicos en Jesuit Bend Mission (1955-58) después de un incidente, en el que se detuvo a un sacerdote afroamericano para celebrar la Misa allí.
El Arzobispo Rummel escribió otra carta pastoral en 1956, en la que declaraba la segregación racial moralmente errónea y pecaminosa. Luego, en marzo de 1962, trabajó con el Arzobispo Coadjutor John Cody, para ordenar la desegregación de todas las escuelas Católicas de la arquidiócesis.
Cruces fueron quemadas en el jardín delantero. Tres Católicos, que hablaron públicamente contra la orden de desegregación del arzobispo, fueron excomulgados. El arzobispo Rummel, no titubeó; él era un hombre que vivió el Evangelio de una manera audaz.
En 1965, en medio del tumulto racial, el Obispo Harold Perry fue nombrado obispo auxiliar de Nueva Orleáns, el primer obispo Católico negro en los Estados Unidos en el siglo XX. El Obispo Perry, oriundo de Lake Charles, fue ordenado sacerdote para la Sociedad del Verbo Divino en 1944, el vigésimo sexto sacerdote negro ordenado en los Estados Unidos. En su ordenación episcopal de 1966 en la Catedral de San Luis, el Obispo Perry pasó junto a un grupo de manifestantes. Un letrero sostenido por uno de ellos decía: “Otra razón por la cual Dios destruirá el Vaticano”. A pesar de esta oposición inicial, el Obispo Perry fue muy amado por el pueblo.
El Obispo Perry murió de la enfermedad de Alzheimer en 1991, a la edad de 75. Al celebrar su Misa funeral, el Arzobispo Francis Schulte dijo: “Como el primer obispo afroamericano en este siglo, el Obispo Perry fue un símbolo de los grandes cambios que han tenido lugar en nuestra Iglesia, y en nuestro país”.
El Obispo Fernand Cheri, nuestro actual obispo auxiliar, fue profundamente conmovido por el Obispo Perry, cuando era estudiante en St. John Vianney Prep y, más tarde, cuando el entonces Padre Cheri era vicario parroquial del Obispo Perry en Nuestra Señora de Lourdes en Nueva Orleáns. El Obispo Cheri dijo que, siempre estuvo impresionado por la actitud calmada y la disposición del Obispo Perry de escuchar.
Hay otra persona que no recibe mucha atención. El padre Aubry Osborn, que nació en Algiers y asistió a All Saints School, se convirtió en el primer afroamericano en ser ordenado sacerdote en la arquidiócesis, el 30 de mayo de 1953. Sirvió en St. Joseph en Gross Tete, al norte de Baton Rouge, y luego sirvió como pastor de St. Paul the Apostle en Baton Rouge y en la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María en Scotlandville.
Nuestros hermanos y hermanas afroamericanos han bendecido a esta arquidiócesis. Se han aferrado a la fe Católica, incluso cuando la Iglesia, a través de su debilidad humana, no los apoyó por completo. Damos gracias a Dios por sus testimonios de fe.

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